SI DE
VERDAD ME QUISIERAS
¿Alguna vez te has preguntado lo que somos capaces de hacer “por
amor”?
¿Cuánto estamos dispuestas a dar? ¿Cuánto a perder? ¿Hay límites? ¿O esto del amor es algo que va a lo loco?
¿Hay que dejarse llevar sin frenos y que pase lo que tenga que pasar?
¿Alguien nos lo ha explicado? ¿O vamos probando ensayo –
error bajo la cobertura del cine, literatura y canciones de nuestro entorno?
“Si de verdad me quisieras” Ay! Si de verdad me quisieras…
¿Cómo que si de verdad te quisiera?
¿Es que ahora la pareja
viene con un medidor de amor? ¿Un amorómetro?
Si de verdad me quisieras me dejarías que fuera a tu casa.
Si de verdad me quisieras me dejarías quitarte la ropa.
Si de verdad me quisieras no te irías con tus colegas y te
quedarías aquí conmigo.
Si de verdad me quisieras no te pondrías eso.
Si de verdad me quisieras no te pintarías.
Si de verdad me quisieras no hablarías con esa persona que
sabes que no soporto.
Si de verdad me quisieras harías lo que te pido.
Si de verdad me quisieras sólo tendrías ojos para mí.
Si de verdad me quisieras no irías a ese sitio.
Si de verdad me quisieras haríamos el amor.
Si de verdad me quisieras lo haríamos sin condón.
Si de verdad me quisieras te portarías como a mí me gusta.
¿Y cuánto me quiero yo?
El amor romántico es un paquete de amor, un pack que al abrirlo va con
unas características que a veces parecen bonitos caramelos dulces pero lo que son, son
trampas edulcoradas de veneno lento.
La trampa del príncipe azul, del amor todo lo puede, la
trampa de la media naranja, del sin ti no soy nada, la del amor verdadero y
para toda la vida, la trampa del fueron felices y comieron perdices, la de los
celos es una señal de amor, la de si no sufres no es amor…
Son trampas que nos venden envueltas en golosinas bonitas y atractivas, al alcance de todas y todos. Nos las venden y las abrimos y consumimos esperando la máxima felicidad.
Aprendamos a darle la vuelta a la tortilla, a cuestionar los
mensajes que tenemos sellados en nuestro imaginario colectivo patriarcal, a ser
personas críticas y reflexionar antes asimilar y tragar con lo culturalmente
establecido, a cuestionar lo de “así ha sido siempre, y así ha de ser”.
Aprender a tenernos en cuenta, a pensar en una misma, a ser lo primero, a
rechazar el maltrato como forma de convivencia, a buen tratarnos, a merecer
estar bien y a hacer lo posible por conseguir estar bien.
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